Las imágenes recorrieron el mundo entero. En Argentina recién empezaban a comprarse los televisores. El 20 de julio de 1969, exactamente hace 50 años, el Apolo 11 llegaba a la superficie lunar y casi 600 millones de personas lo veían alrededor del mundo. El alunizaje fue, sin duda alguna, el símbolo de la Guerra Fría que aceleró la carrera armamentista entre EEUU y la Unión Soviética.
Pablo Esteban escribió en Pagina/12 que “La Guerra Fría construyó su propio escenario, un contexto propicio para el secreto, donde ambos bloques mundiales ocultaban sus fracasos y exhibían orgullosos sus adelantos. En este sentido, el clima de época operó de manera formidable para el brote de teorías conspirativas, pues, ni Estados Unidos ni la URSS tenían reparos en jugar sucio con tal de conseguir la delantera. Se buscaba arruinar la cosecha del adversario, incluso, hasta en lo más evidente”.
Allí, el astronauta Neil Armstrong, inmortalizó la frase: «Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.
Según Infobae, los trajes de los astronautas: fueron “hechos a la medida de cada astronauta y cosidos a mano, las prendas protegieron al comandante Armstrong y su compañero Aldrin de las temperaturas extremas que pueden hallarse en la superficie lunar y que oscilaban desde los 120 grados centígrados durante el día hasta los 150 grados bajo cero durante la noche”. Una infografía, realizada por el mismo medio, muestra cómo funcionaba.
Enrique Ernesto Febbraro fue un odontólogo argentino que mientras observaba desde su casa de Lomas de Zamora el alunizaje del Apolo XI se inspiró en Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins para empezar a pensar en celebrar la amistad.
En aquél momento expresó: “Viví el alunizaje del módulo como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo y al mismo tiempo me dije que un pueblo de amigos sería una nación imbatible. ¡Ya está, el 20 de julio es el día elegido!”, escribió Febbraro en una carta que replicó y envió así 1000 a 100 países. Unas 700 personas respondieron la misiva. Desde entonces hasta la actualidad, el mundo recuerda que el mismo día el que Armstrong ponía su pie en la luna, un argentino declaraba esa fecha como el “Día del Amigo“.