La bombacha rosa

¿De dónde viene la tradición? ¿Por qué para las fiestas de fin de años “debe” regalarse o usarse una bombacha rosa? Las frases que se vienen escuchando desde hace décadas señalan que debe ser clásica o sofisticada, lisa o estampada; cualquiera sirve, lo importante es que sea rosada. Pocos saben el verdadero origen. Primero y principal, tiene que ser regalada por otra mujer con la que se comparte la mesa de Nochebuena. Madre, tía, prima, sin importar el parentesco, pero no puede ser un hombre quien la obsequie. ¿Es cosa de mujeres?

La periodista y escritora Sandra Russo señaló, en una nota titulada “Historia de la bombacha”, que “lo primero que las mujeres les arrebataron a los hombres a pura fuerza de voluntad y deseos de emancipación no fue la posibilidad de crear ni la de trabajar: fue la bombacha”.

Russo continúa la nota señalando que “los varones europeos la llevaban puesta como parte de su indumentaria desde el siglo XVI. Calzones al cuerpo que les daban libertad de movimiento. La cultura patriarcal a veces parece que se deja vencer, pero en realidad fue hace tiempo: cuando en el siglo XIX las mujeres comenzaron a usar ropa interior, esos magníficos calzones se transformaron en insostenibles bombachudos adornados con toda la pompa de la feminidad. Lo que en los varones daba libertad de movimiento en las mujeres se convirtió en un armatoste de tela que les impedía hasta caminar”.

Mar Abad, escribió en Yorokobu, que “esta historia de la lencería empieza a finales de XVIII. Los corpiños se habían impuesto para ceñir el cuerpo de las mujeres, elevar su postura y, de paso, hacer de alambrada contra el roce de una mano libertina. Actuaban en defensa de la decencia. Ir sin esta prenda resultaba una grosería importante y acababa en el insulto preferido de la historia: puta”.

Luego, ya instalado el formato, era necesario un color. La escritora Jennifer Wright señaló que el momento clave fue la Segunda Guerra Mundial y estuvo protagonizado por la primera dama de Estados Unidos, Mamie Eisenhower. Ella lució un vestido rosa, en una gala en 1953, y declaró: “Ike dirige el país, yo giro las chuletas de cerdo”. El mensaje estaba claro: los hombres habían regresado a casa luego de la Guerra, las mujeres podían “volver a su rol dentro del espacio doméstico”.

En el libro Pink and Blue: Telling the Boys from the Girls in America, Jo B Paoletti explica que en los años 70 la moda infantil era unisex. Cuando esa generación tuvo hijos en la década de los 80, adoptó normas de vestimenta de acuerdo al género.

Rosa Cobo, profesora de Sociología y directora del Centro de Estudios de Género, dijo que: “Después de tres siglos de luchas hemos iniciado una nueva ola feminista. Y el corazón de esa ola es la batalla contra la violencia sexual. Las agresiones son una enfermedad de nuestra cultura que el movimiento feminista ha denunciado sin interrupción desde los años setenta. A esas violencias que conocíamos se han añadido otras, esta vez articuladas por el capitalismo en su fase neoliberal”.

La ropa interior, con su aporte ineludiblemente sexual, también puede ser un campo fértil para reivindicaciones no solo navideñas.